La inteligencia de amenazas se refiere a la recopilación, análisis y uso de información detallada sobre las ciberamenazas para ayudar a las organizaciones a proteger su infraestructura de TI contra ataques maliciosos.
Todos los días, las organizaciones alrededor del mundo deben lidiar con una ola de ciberamenazas cada vez más peligrosas y sofisticadas. La inteligencia de amenazas (también conocida como inteligencia de ciberamenazas, o CTI por sus siglas en inglés) es una poderosa herramienta que puede ayudar a los equipos de seguridad a mantenerse al tanto sobre amenazas emergentes, identificar riesgos o vulnerabilidades potenciales en sus sistemas y proteger sus redes, negocios y reputaciones.
La inteligencia de amenazas involucra reunir y analizar información proveniente de una variedad de fuentes distintas para crear un mapa del panorama de amenazas y crear un perfil de las últimas tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) que están usando los cibercriminales. Las fuentes de la CTI pueden ir desde inteligencia de código abierto (OSINT) e indicadores de compromiso (IoCs) hasta análisis internos, inteligencia técnica, información forense posterior a un ciberataque, redes sociales, proveedores comerciales de inteligencia y registros de dispositivos individuales.
A diferencia de las medidas tradicionales de seguridad como los firewalls o el software anti-malware, los cuales defienden contra los ataques que ya están sucediendo, la inteligencia de amenazas permite que las organizaciones adopten una postura mucho más proactiva y tomen acciones más concretas para prevenir los ciberataques antes de que ocurran.
La inteligencia de amenazas es una parte crucial de la estrategia de detección y respuesta ante amenazas que ayuda a los equipos de ciberseguridad a comprender las intenciones, mentalidad y motivos de los cibercriminales para que puedan identificar las amenazas emergentes, anticipar cómo defenderse ante ellas e implementar esas defensas antes de que ocurra un ataque.
Al permitir que las organizaciones tomen mejores decisiones más rápido, la inteligencia de amenazas también hace posible actuar de forma más decisiva cuando ocurra un ciberataque, sin importar si se trata de phishing, malware, botnets, ransomware, brechas de datos, amenazas a identidades, ataques SQL y DDoS, o amenazas avanzadas persistentes (APTs).
Combinar enfoques proactivos y reactivos permite que las organizaciones fortalezcan su postura de seguridad, minimicen el riesgo y respondan ante los incidentes de forma más eficiente. Como resultado, las empresas en diversas industrias, desde el sector financiero hasta el de entretenimiento y redes sociales, han podido usar exitosamente la inteligencia de amenazas para defenderse a sí mismas y a sus clientes contra las amenazas actuales y emergentes, ahorrando potencialmente millones de dólares en costos de remediación.
La inteligencia de amenazas puede beneficiar a empresas de cualquier tamaño y en cualquier sector de la economía. Esto incluye a organizaciones que buscan proteger su información y activos sensibles, analistas de seguridad que usan la inteligencia para analizar e interpretar grandes cantidades de información, e incluso agencias policíacas que usan la inteligencia de amenazas para rastrear a los actores maliciosos e investigar crímenes cibernéticos.
Para empresas de mayor tamaño, la inteligencia de amenazas puede reducir significativamente los costos de ciberseguridad mientras mejoran los resultados de seguridad. Para pequeñas y medianas empresas que no cuentan con los recursos para desplegar un equipo in-house de ciberseguridad, la inteligencia de amenazas es una forma de priorizar las medidas de seguridad de mayor impacto que podrán mitigar sus riesgos más urgentes.
La inteligencia efectiva de amenazas también puede ayudar a las organizaciones a informar sus estrategias corporativas al brindarles la información que necesitan para identificar las amenazas más probables, evaluar el impacto potencial en sus operaciones y guiar adecuadamente sus inversiones de seguridad.
A diferencia de otras herramientas de ciberseguridad, la inteligencia de amenazas puede compartirse de forma colaborativa entre organizaciones, proveedores y gobiernos. Este intercambio sólo trae beneficios mutuos, permitiendo que los negocios combatan las amenazas de forma más efectiva, fortalezcan sus defensas colectivas y se mantengan un paso adelante de los criminales más peligrosos.
La inteligencia de amenazas en un proceso continuo y cíclico: cada etapa informa y guía a la siguiente, y la última lleva de regreso a la primera en un bucle continuo de inteligencia, análisis y acción. El ciclo de la inteligencia de amenazas consiste de cinco etapas principales:
1. Planeación
Primero, el equipo de ciberseguridad trabaja de cerca con las partes interesadas clave para identificar cuáles son las amenazas que se quieren investigar, definir los objetivos que se quieren lograr, asignar roles y responsabilidades, planear para cualquier problema o desafío específico que debe superarse, y establecer los requerimientos para la inteligencia que se quiere reunir.
2. Recopilación de datos
Después, se recopila la inteligencia relevante de la mayor variedad posible de fuentes internas y externas para responder a las preguntas planteadas y crear una foto de los riesgos, vulnerabilidades, actores maliciosos y métodos de ataque principales.
3. Análisis de datos
Se procesa toda la información en crudo, se evalúa y se analiza usando herramientas de inteligencia artificial (IA) y machine learning (ML) para identificar patrones en la data, distinguir amenazas reales de los falsos positivos, destacar los blancos y vectores de ataque más probables, y crear un plan para responder ante cualquier incidente de seguridad.
4. Difusión de la inteligencia
El equipo comparte sus conclusiones, insights y recomendaciones clave con las partes interesadas para que se puedan implementar nuevas medidas para defender contra las amenazas identificadas. Esto incluye abordar cualquier vulnerabilidad que haya sido descubierta en el ambiente de TI, actualizar o expandir las defensas existentes y priorizar nuevas inversiones en sistemas, herramientas o tecnologías adicionales.
5. Mejora continua
Por último, el equipo obtiene retroalimentación de las partes interesadas, evalúa la efectividad de la inteligencia para prevenir o defender contra las amenazas identificadas, y usa esa información para mejorar el proceso completo de inteligencia de amenazas mientras el ciclo comienza de nuevo.
La efectividad de la inteligencia que se entrega en cada etapa puede medirse en términos de precisión, puntualidad y relevancia, y, especialmente, cómo dicha inteligencia ayudó a la organización a anticipar, prepararse o defenderse ante las amenazas identificadas.
Aunque todas las plataformas de inteligencia de amenazas siguen el mismo proceso en general, existen varios tipos de inteligencia de amenazas que las organizaciones pueden usar para informar a sus equipos de seguridad y fortalecer sus medidas de seguridad. Tres de los tipos más comunes:
Los beneficios de la inteligencia de amenazas no sólo son hipotéticos. La inteligencia de amenazas tiene varias aplicaciones concretas y efectivas en el mundo real que pueden ayudar a las organizaciones a identificar amenazas, descubrir sus vulnerabilidades, y protegerse ante un ataque.
Por ejemplo, las organizaciones pueden usar la inteligencia de amenazas para informar los planes de respuesta a incidentes para poder reaccionar más rápido y de forma más efectiva ante un ataque. La inteligencia correcta puede también acelerar la recuperación y la remediación después de un incidente, además de brindar recomendaciones para prevenir ataques similares en el futuro.
Las organizaciones también pueden integrar el uso de la inteligencia de amenazas directamente en sus operaciones existentes de seguridad, incluyendo sus estrategias de detección y respuesta ante amenazas , para ayudarles a identificar actores maliciosos, defenderse contra amenazas avanzadas persistentes (APTs) y mitigar proactivamente incluso las ciberamenazas más sofisticadas.
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